martes, 17 de enero de 2012

Teatro VI


Día seis de diciembre de 2011. 18:00 horas.
(Puerta del Ayuntamiento de Fuengirola).



Escena. En la puerta del ayuntamiento. Una fila de policías custodia la entrada. Están pertrechados tras sus escudos; y ocultan sus rostros mediante el casco. Llevan las porras asidas en las manos dispuestas a ser utilizadas.

Proleto encabeza el grupo  de unas doscientas personas junto a Salvador Brecht, Toro Sentado, Avalon Breton y Peter Magnus. Todos cantan:

¡Estas son, nuestras armas!
¡Estas son, nuestras armas!
¡Estas son, nuestras armas!

¡No a la violencia!

Políticos corruptos, entregad al pueblo lo que es del pueblo.

Proleto se adelanta como se había acordado para entregar a un policía el manifiesto. El policía lo rechaza y le dice:

Policía 1:

-Será mejor que tú y toda esa gente se largue de aquí antes de que os calentemos.

Proleto:

-No nos moveremos de aquí hasta que nos dejéis pasar, vamos a tomar el ayuntamiento.

Policía 1:

-Nosotros os lo impediremos. No sé si te habrás dado cuenta de que trabajamos para los poderosos.

Proleto se vuelve dando la espalda al policía y lee el manifiesto acercándose el megáfono a la boca:

-Compañeros y compañeras, nos hemos reunido aquí esta tarde para llevar a cabo la toma del Ayuntamiento. Sabemos que muchos de los que ahí dentro están, lo usan para sus propios beneficios, dejando vacía la auténtica definición de La Casa del Pueblo. Porque ésta ya no nos la quieren entregar y para acceder a ella, mirad la muralla que tendremos que sortear.

Los manifestantes delante de Proleto gritan:

-Yo soy Proleto, tú eres Proleto, ellos son Proletos…

Policía 1:

-Imposible pasar, tenemos órdenes de arriba para impedirlo.

Proleto:

-Imposible detenernos, la bola de nieve solo ha comenzado a rodar, dentro de unos minutos esta plaza estará tomada por todas las fuerzas sociales de Fuengirola y nada ni nadie podrá impedir lo que hemos venido hacer, emulando la toma del palacio de invierno.

La gente grita:

¡Somos el pueblo que unido jamás será vencido!



Policía 1:

-Seréis todos detenidos.

Salvador Brecht coge el megáfono y dice:

 -El alcalde y sus secuaces tienen otras cosas más importantes que atender. Están reunidos con los empresarios que les darán mucho dinero y a todos nosotros nos mentirán diciendo que nos darán trabajo, trabajo para todos… dicen que traen mucho dinero en sus relucientes carteras para invertir en Fuengirola, y con ello sacarán de la crisis a la ciudad, pero eso es falso y si no mirad a Grecia, levantada en pie de guerra.

-Nosotros nos levantamos para decirles que no queremos sus trabajos ni sus limosnas, que no aceptamos más su sistema, y que más tarde o temprano sus modos de acción los pararemos. Cambiaremos el sistema porque es el mismo que estos adalides lo han enfermado para beneficiarse y esclavizarnos. No nos creemos ya sus mentiras.

-Compañeras, compañeros os invito a desobedecer, a no seguir sus perversas normas creadas para oprimirnos, para esclavizarnos…

La gente grita:

-Donde se reúnen los de arriba sin presencia de los que serán los encargados de producir no se pactan cosas en favor de éstos, sino, como ya todos sabemos, de los primeros, esos que traen llenas sus relucientes carteras para arrebatarnos lo poco que es nuestro. Nos quitarán el suelo, luego las casas que compremos pagadas con nuestro sudor nos las arrebatarán con sus leyes y sus desahucios y las dejarán cerradas.

Policía 1:

No pasarás ni tú ni mil como tú.

Las personas reunidas en la puerta del ayuntamiento cada vez son más. Se improvisan pancartas en las que se pueden leer frase de protesta de todo tipo:

<<Los políticos fuera el pueblo dentro>>

<<Banca pública, transparente y sin ánimo de lucro>>

<<No seguiremos creyendo vuestras mentiras>>

<<Es hora de rendir cuentas al pueblo>>



Proleto:

-Vosotros policías, sois hombres como nosotros, vosotros también sois Proleto; vuestro sueldo sale de nuestros impuestos, ¿sabéis por qué os visten con esos trajes? Para alejaros de la parte humana que lleváis dentro, para distanciaros de otros hombres como nosotros, para haceros creer que sois más poderosos portando esas armas y escudos con los que no dudáis en golpear a vuestros semejantes sin que os duela, os mantienen alejados con esas porras, esos cascos, y esas armas para que vuestra conciencia no se resienta. Pensad policías, que todos los que estamos aquí también tenemos una familia como la vuestra, queremos una escuela libre y gratuita para nuestros hijos que queremos compartir con todos los hombres y mujeres sin tener en cuenta de qué país son.  Llamáis inmigrantes a los que vienen a buscar una vida digna trabajando y sin embargo llamáis turistas a los que vienen con dinero y flamantes coches a beber alcohol, ir de putas y tomar algunas drogas que otras, a esos no los llamáis inmigrantes ni los excluís sino que les rendís pleitesía. Oid, policías, dejad las armas y uniros a nosotros.

Los manifestantes reunidos en la puerta del Ayuntamiento cantan:

Estos son nuestros trajes,
nada de abalorios que nos distancien de nuestros prójimos.
Nada hay en nosotros que deba avergonzarnos.

Vosotros, policías, sois tal como nosotros.

Aquí estamos, estas son nuestras armas.
Sabemos que los de arriba tienen leyes que nos condenarán,
pero, ¿hay mayor delito que el cometen esos que ahí arriba están negociando con nuestras vidas para su propio beneficio?

Los manifestantes comienzan a caminar hacia la muralla policial. La multitud se abalanza sobre los policías. La gente grita:

¡Estas son nuestras armas!,
¡estas son nuestras armas!,
Proleto soy, Proleto eres, Proleto es,
Proletos somos, Proletos sois, Proletos son,
todos somos Proletos y sin nosotros,
sin nuestros brazos, sin nuestras vidas,
sin nuestras cabezas, sin nuestro esfuerzo,
vosotros, los de ahí arriba, no sois nada, no sois nada, no sois nada.

El alcalde, reunido con sus empresarios, siente el murmullo y no sabe qué hacer. Llama al jefe de policía y le dice:

-Tienes que parar a esa chusma para eso te pago, y si no lo haces me veré en la obligación de sustituirte del cargo. Y si hace falta llama a los antidisturbios, y si estos no responden llama al ejército que para eso lo financiamos y para eso les hacemos buenos regalos a los generales pagando sus flirteos en la costa azul. Así que ponte en acción, tienes vía libre. Mano dura con ellos, ya hablaré con mis amigos los jueces.

Cada vez se concentra más gente en la puerta. Solo se escuchan los gritos y las consignas:

Por el indefenso, con el indefenso y para el indefenso.
Por el indefenso, con el indefenso y para el indefenso.
Por el indefenso, con el indefenso y para el indefenso
.

La policía recibe la orden de cargar. Llegan más efectivos policiales.

La multitud enfervorizada grita:

Por el indefenso, con el indefenso y para el indefenso.
Por el indefenso, con el indefenso y para el indefenso.
Por el indefenso, con el indefenso y para el indefenso.
¡Abajo los tiranos!

Salvador Brech toma el magáfono y grita:

-Hemos denunciado hasta el hartazgo la precarización del trabajo y sus consecuencias sociales y económicas. Pero no es suficiente. Como colofón de toda esta batería de agresiones y la continua precarización del trabajo la patronal pretende imponer contratos cuya remuneración se establece entorno a los cuatro cientos euros.

-Los patrones pretenden que una familia trabajadora sobreviva con lo mismo que ellos gastan cualquier día en una comida de ejecutivos, con lo que destinan a la letra de sus lujosos vehículos, a la cuota de sus exclusivos clubs privados. Cuatrocientos euros es el precio del vino con el que riegan sus cenas, es el valor con el que estos bastardos cuantifican nuestro trabajo y la vida de nuestros hijos, es el precio del Mont Blanc con el que firman nuestros despidos. Compañeros, compañeras ha llegado la hora luchemos.

La multitud enfervorizada grita:

Por el indefenso, con el indefenso y para el indefenso.
Por el indefenso, con el indefenso y para el indefenso.
Por el indefenso, con el indefenso y para el indefenso.
¡Abajo los tiranos!