lunes, 6 de febrero de 2012

Ascenso y caída de don Andalucio. VIII.


VIII.


Que cuenta cómo buscan a Salvador Brecht y sus primeras consecuencias.



–Tú.


El que habla es el policía Bonifacio Saltón. "Boni" para los amigos. El nombre se lo puso su jefe el comisario Arturo Robledo durante una sórdida noche en un burdel de Torremolinos. Él y "Boni" son uña y carne. Ahora vuelve a la carga, pero más fuerte y con más mala leche. 

–¡Eh, tú! ¡Sí, tú, tú! 

Es a ti.

–¿No sabrás por casualidad de un club llamado Slovo, verdad?

Será mejor que respondas o lo vas a pasar mal.

–Veo que tienes la boca cerrada como una maricona. Martín, enséñale a hablar, ¿quieres?

Te avisé. Ahora atente a las consecuencias.

Martín mide un metro noventa y cinco, tiene las espaldas de un estibador de Puerto Real y las manos curtidas del tamaño de un guante de béisbol profesional. Se acerca. Ya viene. ¡Será mejor que hables! El puño que estás viendo contra tu cara es una cabro...


¡KoradKoramKocoonKostias!

Tumbado. Te han tumbado, campeón. Lo que notas que te escuece como un hijoputa es tu tocha partida. Porque te han partido la tocha, campeón. 



Te lo dije. Será mejor que hables. 



Tienes que hablar. Ellos lo saben. Yo lo sé. ¡Maldita sea, hasta mi jodido perro Willy lo sabe y no se entera de una puta mierda! ¡Habla, no seas animal! ¿Es que no quieres salvar la vida? ¿Acaso los de Slovo te han dado trabajo, o les debes un puto favor? ¡No! ¡Pues habla YA!



Oh, oh...


Martín y el puño de Martín vuelven a traspasar el aire y el cabr...

¡KrakatoaThorMjölnirZeusJupiterKrakatoakromrumramzamzomBoomBoomBoom!

II.

Abre los ojos...

Sí, abre los ojos, campeón.

Te han partido la cara: ya tienes lo que querías. ¿Por qué no hablaste? Azul...

Sí, todo lo que tú quieras con el azul, pero has visto toda la gama de colores, créeme...

Sí, estás en el hospital. No, ahora no puedes hablar con Salvador. Será mejor que vuelvas a cerrar los ojos. Curioso la forma que tiene tu ex de aparecer en tus sueños cuando te han partido la cara: incluso jodido, viene la cabrona a joderte, ¿verdad? Ahora estará jodiendo con otro de sus mierdas. Al menos, te has librado de su mierda de misionero de siempre. La cabrona se movía menos que un segurata de discoteca en domingo. No, no te rías que es peor. Sí, dos costillas rotas. No, no te toques. Es mejor que vuelvas a dormirte. 

No, ahora no pienses en Martín y en Boni. 

Ahora toca dormir, campeón. 

Al menos, míralo de esta forma: no has sido un capullo molido a palos que ha acabado cantando y haciendo de soplón como tantos otros que comenzaron siendo unos valientes y acabaron siendo unos payasos. Por cierto, el que ves allí, frente a ti..., no, dos filas más allá. A ese también le ha partido la jeta Martín. Tienen la ciudad en llamas para pillar al hijoputa de Salvador Brecht y su jodido club de mierda ése. 

Tristemente, ese sí acabó cantando. Se llama Roberto López. El Cani para los colegas.

(Tú duerme ahora; yo me encargo de seguir el tema.)

(Azul, sí. Azul, hermano; azul y violeta..., eso es. A descansar. Duerme, angelito.)

III.

El garito donde el Cani se las da de listo se llama Bar Lorenzo. Pero como todos conocen al propietario Lorenzo Bassimo como "el Petas," el bar ha acabado conociéndose como "El Petas." Martín aparece detrás de Boni. Un par de hostias bien dadas y ya saben que un tal Salvador (el Cani no conoce su apellido) parece residir a una manzana del bar Petas. Boni y Martín se vuelven a montar en el coche. Tras quemar rueda lo último que el Cani ve desde la puerta del bar es una colilla que sale despedida de la ventana de Martín.

La colilla, que está encendida, le da en la frente. Un chispazo brota de su cara y el Cani cae finalmente al suelo, donde pierde el conocimiento y lo recoge, diez minutos después, cuando el peligro se ha esfumado, Lorenzo el Petas, que lo lleva al hospital.

–¿Qué...

La enfermera que hace guardia en el hospital no entiende cómo el Cani se ha podido hacer eso "cayéndose por las escaleras."

–¿Una borrachera? –dice Lucía, la enfermera

–Eso es –contesta el Petas nervioso.

–Mire, eso no lo hace una caída por borrachera. ¿Se ha creído que soy imbécil?

El Petas no sabe lo que decir.

Es un chico listo. La enfermera continúa:

–Deberé llamar a la policía.

–Mire, señorita –dice el Petas finalmente–. ESTO –dice señalando la cara de el Cani que tiene todo el aspecto de una fresa pasada por la Minipimer– lo ha hecho la policía, conque será mejor que haga su jodido trabajo y se calle de una puta vez.

Silencio.

Lucía es una chica lista. Registra a el Cani y deja pasar el tema. No hay nada como hablar claro en esta vida, ¿verdad?

IV.

Los que llaman a la puerta no están para hostias. 

Abre.

No te hagas el listo. Abre.

¿No ves cómo llaman a la puerta, joder?

–¡Váyanse o llamaré a la policía! –dice la voz acobardada de Salvador Romero, "Poli" para su novia. El apodo le viene de una vez que utilizaron la imaginación para reavivar su miserable vida sexual. Salvador, como es lógico, se disfrazó aquella noche de policía y folló a su mujer como nunca. Eso sí: aún se están riendo de lo lindo en la peluquería de mujeres donde Ana, su mujer, vive de permanentes, rulos y depilaciones axilares que quitarían el apetito a un gocho salvaje de los Picos de Europa.

Los que están en la puerta responden. Es "Boni" quien habla.

(No, usted no puede escuchar lo que dice, porque el corazón de Poli lo tapa todo).

Bum, bom.
Bum, bom.
Bum, bom.

Ahora dice Poli.

–¡Mirad, no quiero hostias! –grita Poli–. ¡No quiero jodiendas!, ¿entienden? ¡Yo no sé nada, joder!

Bum, bom.
Bum, bom.
Bum, bom.

–¡Que no, joder, que no! ¡No les voy a abrir! ¡NO SÉ NADA, JODER!

Bum, bom.
Bum, bom.
Bum, bom.

¡KrakatoaThorMjölnirZeusJupiterKrakatoakromrumramzamzomBoomBoomBoomJA!

Han tirado la puerta. Y se parten la polla de tu cara de gilipollas de yonki que tienes.

Y están sobre ti.

Y te llevan al jodido sofá.

Ana por fin se ha despertado (estaba de pastillas hasta las tetas, como siempre, ¿eh, Ana?)

La cogen de los pelos. Grita. La tiran contra el sofá. 

Los dos tembláis. No sabéis qué pasa.

Martín: (Iba a decir algo, pero se limita a partirse la polla de los dos gilipollas.)


Sí, ahora quieres hablar, ¿verdad, hermano? Poli quiere hablar pero está mudo.

Bum, bom.
Bum, bom.
Bum, bom.


Y Ana, tú quieres decir algo, ¿verdad, nena? No, no, cállate de una puta vez y deja de chillar o van a practicar el medievo con tu culo, nena. Sé lista: ahora tienes que callarte tu jodida bocaza de cotorra. Porque ahora los que hablan (sí, los señalo para que conste en acta) son: LOS DE AHÍ. El de la cara de Bulldozer y "Mr Boni" (así lo llama Martín siempre). 


Mr Boni ya está sacando un cigarrillo y sentándose junto a Ana, a la que sonríe burlonamente. "¿Por dónde queréis que comencemos la jodienda, parejita?," dice.

Chicos: creo que será mejor que comencéis a hablar.


Bienvenidos al infierno más cabrón de vuestras míseras vidas.