jueves, 26 de enero de 2012

Ascenso y caída de don Andalucio. VII.

VII.

Que cuenta la forma en que Marcos Pescante se hizo amigo de Andalucio
y cómo ambos comenzaron a compartir su amistad con la bella María.
Don Ricardo Cortado sigue con sus ocultos negocios en la costa del Sol.


I.

La mañana, como ve, no puede ser más bonita. ¿Ve el sol brillando y siente cómo la brisa matutina se abanica entre los helechos del jardín? Bien, pues ahora gire la cabeza; eso es: no tenga miedo. Mire a nuestro joven homérida durmiendo. Andalucio duerme tras unas semanas horrendas sin poder hacerlo..., lo que escucha ahora es a su padre, don Ricardo, que está abajo, en el salón, junto al ventanal. ¿Lo escucha? Sí, hace una mañana fantástica, tiene usted toda la razón..., parece que don Ricardo está de buen humor hoy, por eso está tarareando el Aria "Non più andrai, farfallone amoroso" de Le Nozze di Figaro de Mozart que tanto le gusta. Bajemos al salón...




Suena el teléfono. No, no lo cojas. Cógelo tú. 

Don Ricardo Cortado, después de pensárselo, lo coge.

—Dígame.

—Soy Antonio. Te llamo por el tema del asunto del MARE NOSTRUM...

—Qué pasa con él.

Silencio. Intente no respirar muy alto, ¿quiere? Escuchemos atentamente.

Al otro lado de la línea, la voz del abogado Antonio Jurista dice:

—Se trata de Slovo. Han vuelto a hacerlo.

II.

Esa es la mesa de la cocina donde está la asistenta Ana Peña preparando el desayuno mientras su hermana pequeña María se abstrae y disfruta gracias a su imaginación (está sentada en una de las sillas junto a la mesa coloreando un cuaderno de dibujos en blanco). La asistenta Ana Peña tiene más trabajo que nunca. Ahora entra su jefa, la asistenta con voz de trueno y el grano en la nariz: doña Trueno. Las mira un momento y dice a Ana:

—Vete a despertar al niño, Ana. Luego arregla su habitación.

—Ahora mismo —dice Ana dejando el trapo de cocina en la encimera sobre la que descansan sendos platos blancos rellenos de huevos, bacon y unas alubias. "Aquí se desayuna siempre English Breakfast a las 08:15 horas, niña," le dijo el segundo día doña Trueno a la nueva asistenta.

Ana sube los escalones (sigámosla, ¿quiere?) rumbo al cuarto de nuestro héroe.

Bum, bom.
Bum, bom.
Bum, bom.

Abre la puerta. Venga, presta atención, tú.

Ana Peña, que parecía haber escuchado voces (fruto de su imaginación tan dada a los amoríos), sale de su ensueño y abre la puerta. Despacio, despacio, niña. Eso es. Ahora entra.

Ana Peña asoma la cabeza y descubre un espacio lleno de luz y juguetes, libros, un tablero de ajedrez (vainilla y marrón oscuro) de madera (la Reina de las Negras está tumbada, inerte, en medio del tablero), un monopatín con las ruedas amarillas boca arriba y su panza pintada con una calavera sonriente y mordaz. "¡Qué mal gusto!"

Guárdate tus opiniones para ti, ¿quieres? Venga, despierta al joven y arregla el cuarto.

—Andi...

—Hum...

—Andi, ricura...

—Hum, hum...

¿No ves que tienes que quitarle la manta, guapa? 

Ana Peña le quita la manta y Andalucio (señoras y señores, silencio ahora, por favor) se despierta. Despertar, abrir los ojos y ver la cara tan bonita y fresca y radiante de su asistenta Ana Peña hace que al niño le dé un vuelco el corazón.

Ráfaga de intuición: "¿Es un ángel?"

Demasiados dibujos de Walt Disney, me temo. Veo que lo entiende. Mire.

—A la ducha, amor. Luego, ya, ya, no te hagas el remolón conmigo. No me tomarás el pelo de nuevo. Es lo que pasa cuando una es tan buena contigo. 

Andalucio, que ya está en la puerta, aferra ahora el pomo, lo gira y sonríe:

—Ana...

—Dime —dice nuestra divina Atenea dejando lo que está haciendo con la cama.

—Nada.

—No, no, dime, cariño —dice Ana interesada por lo que significa esa sonrisa del niño tan amplia.

—Bueno..., pensaba...

—Qué.

Dilo ya, niño.

—...pensaba que..., ¿tú crees en el Cielo?

III.

Niña.

La que habla es doña Trueno. Y se refiere a la pintora de la escuela malagueña María Peña, el amor de Marcos Pescante que ya ha vuelto a conseguir entrar en el chalet de Andalucio gracias a un salero que doña Trueno no puede contrarrestar (ella piensa que Marcos fue el hijo que nunca tuvo y pudo haber tenido con aquel amor de Mijas).

—Niña, escucha. Vete con Marcos al jardín y no molestéis aquí dentro. 

Cuando los niños se están marchando, les recuerda:

—¡Ah!, se me olvidaba —dice con el dedo índice de su mano derecha bien estirado hacia el cielo, more platonico—, ¡nada de molestar a Andalucio! 

Cuando los niños aceptan esa condición edénica que les da la posibilidad a Adán y Eva de disfrutar de su Paraíso, doña Trueno murmura para sí mientras recoge la mesa donde media hora antes Andalucio y don Ricardo habían estado desayunando solos:

—Ese niño necesita reposo. Mucho descanso. Mucho. Yo. Recuerdo. Manuel. Me dijo. Él. Me dijo: Te quiero con toda mi alma, Lucía. ¡Bah! Habrase visto las. Lo que piensa. Una. Chocha, chocha. Estoy. 

Ahora ve a Romeo y Julieta en el jardín riéndose y jugando y algo en su pecho se contrae y una lágrima recorre sus venas ocultas. 




IV.

Andalucio, nuestro pequeño Hamlet, nuestro niño de negro, asoma su cabeza.

No tengas miedo. No muerden.

Ve.

—Hola.

Adán y Eva creen que la serpiente del paraíso muerde.

No lo hace. Tocadla. Eso es. ¿Veis? No muerde.

—Me llamo Marcos y ella María.

—Hola.

Marcos tiene mucha más inteligencia social. Vuelve a la carga. ¡Romped filas! ¡Al cuartel todos! Porque esto es la sangre de Cristo, venas y cuerpo y sangre de... ¡Callad a ese Joyce!, ¿queréis? Gracias... Marcos añade:

—Tú te llamas Andalucio, ¿no?

—Andalucio, sí.

—Yo me llamo María —dice la niña sonriendo—. ¿Jugamos al escondite?

—Vale —dice Andi.

—Yo seré el primero en buscaros —dice Marcos seguro de sí, y añade—: Y os encontraré.

Dejemos a los tres niños jugar, ¿les parece? Terminemos esta entrega semanal de nuestras crónicas describiendo cómo los Slovo habían vuelto, dos meses después de su primer panfleto, a "la caza del Hombre Asocial."

V.

No se asuste. He cambiado el decorado. Estamos en el club de golf MARBELLA GOLF. Los que ve allí, al fondo, comiendo unos entremeses, son los tres jinetes del Apocalipsis. El cáncer de Fuengirola y toda sociedad: el capitalista voraz don Ricardo Cortado; el jurista camorrista Antonio Jurista; y el comisario corrupto Arturo Robledo. 

Los negocios, la ley y el orden confabulados para implosionar un pueblo. Si Chateaubriand levantara la cabeza volvería a reescribir sus Memorias de Ultratumba para añadir un capítulo (un Anexo) a esta historia andaluza... (Descanse en paz, Maestro.)

Ahora llega el cuarto poder: el periodista Luis Rosales. Parece nervioso.

Debería estarlo. ¡Entra en escena, tú!

—Perdonad el retraso —dice disculpándose. Se sienta y suelta un folio en la mesa—: Leed esto.

El abogado lo coge. Lo lee en silencio. Medita. Se lo pasa al capitalista, que lo coge, no lo lee y pregunta mientras se lo da al comisario Arturo Robledo:

—¿De qué va todo esto?

—Hace diez años los Slovo supieron el asunto del hotel MARE NOSTRUM —dice el periodista mientras bebe un poco de agua del vaso del abogado, al que no le ha sentado nada bien ese gesto ("es un signo de su superioridad frente a ti. Deberías estudiar Semiología con Barthes y Eco," le dice una voz desde otra dimensión que el abogado no es capaz de localizar con precisión: es su conciencia). El periodista ha visto las caras de sus tres compinches y, en vista de que esperan mucha más información que esa, añade—: El director de ese..., "club," o como quiera que se pueda llamar, es un tal Salvador Brecht.

—¿Brecht no es un dramaturgo? —pregunta el capitalista al abogado, que es incapaz de responder porque aún sigue dándole vueltas a la voz que está escuchando (y escuchará, yo me encargaré de eso) y porque carece de cualquier tipo de cultura que no sea la del robo, el engaño y los trapicheos.

El periodista termina:

—El hecho es que este Salvador Brecht tiene muchos nombres. Máscaras. 

—¿Máscaras? —pregunta don Ricardo buscando un cigarrillo ("Prohibido fumar," ¿acaso no ves el cartel, personaje?).

—Máscaras. Seudónimos. Nombres falsos. Identidades alternativas. Heterónimos.

—¿Heterónimos? —dice don Ricardo exhasperado. Ahora baja la voz y murmura: No me jodas, Luis. Dímelo en cristiano, coño...

—En cristiano: este personaje de Fuengirola ha comenzado a publicar estos panfletos en las paredes sobre NOVAX, S.A. y el alcalde. Además, parece que sabe qué tipo de comisión es la que se cobra en el Ayuntamiento a cambio de firmar nuestros contratos...

Puntualiza. Habla con propiedad, periodista:

—...tus contratos —dice mirando a don Ricardo— de adquisición de terrenos no urbanizables para luego construir en ellos hoteles, casinos, bares...

El comisario interrumpe al periodista para añadir secamente:

—Hace unas semanas, justo cuando...

No, no comentes la muerte de su mujer, animal. Inténtalo de nuevo:

—Llevamos semanas buscando su pista. Pero se esconde bajo muchos nombres. Tengo a toda la comisaría en llamas para apagar este fuego. Pero no es fácil.

Don Ricardo Cortado, padre de nuestro Andalucio, le dice al periodista:

—Resúmeme lo que dice este nuevo panfleto —dice él bebiendo un poco de vino y avisando a Tomás, el camarero, para que venga a tomarles nota de la comida que van a tomar.

—Los Slovo y este señor dicen que luchan por el indefenso.

El abogado ha despertado ya. Dejémosle que diga algo. Seguro que tiene algo que decir:

—¡El indefenso!

Baja la voz, tú. No hace falta que chilles para que se te entienda.

El abogado baja la voz y continúa:

—El indefenso me toca los cojones, no sé si me entendéis. Aquí de lo que estamos hablando es de dinero. Esa gente de Slovo y ese...

—Salvador Brecht —añade el periodista.

—Lo que sea. Ese Brecht y su puta madre vienen a por la pasta. Quieren sacar tajada, como todo hijoputa que se precie. Déjame de nuevo el panfleto, Luis, por favor.

Luis se lo da. Leemos:



"EL CLUB SLOVO al LECTOR de FUENGIROLA. Saludos:

Hace diez años tuvimos que escapar. 
Porque nos perseguían
Y éramos débiles
Y teníamos frío
Y nada que llevarnos a la boca.

Hoy estamos contigo de nuevo.
Contigo porque nos importas.
Contigo porque sufres.
Contigo porque no tienes pan
Que llevar a tu hijo y a su boca.

Tu dolor es nuestro sufrimiento.
Tu llanto nuestro motor.
Tus reclamaciones nuestro fin.
Slovo ha venido para quedarse.
Y dice a los de arriba, a los ladrones:

Venid, y se os quitará.
Pedid, y se os insultará.
Rogad, y seréis juzgados.
No tenéis vergüenza, 
No tenéis respeto,
Ni valores,
Ni conciencia.
Sois las espinas donde no puede crecer
La Mostaza. Ya lo dijo el Hijo del Hombre
Y lo repetiremos nosotros hasta 
Que la gente sepa lo que NOVAX, S.A.
Y el Ayuntamiento de Fuengirola
Con su alcalde hicieron en los años
Sesenta con el hotel MARE NOSTRUM
Y los pescadores y sus familias. Hoy
Siguen robando y echando a gente a la
Calle. Al frío, a la muerte, a reunirse con
El Rey Lear y el ciego Gloucester. Escuchad,
Malditos:

La simiente es la palabra de Dios.
La simiente es la palabra del que sufre.
Venid, vosotros, los castigados,
Y se os dará.
Pedid, y seréis atendidos y abrazados.
Hasta tanto exista un niño que llora 
Por su madre existirá SLOVO.

Fdo.- Salvador Brecht."

—¡Cojones! —gritó el abogado.

—¡Hostia puta! —exclamó el capitalista.

—¡Cabrones! —explotó el comisario.

—¡Esto es la guerra! —concluyó el periodista asustado.

—Muy bien —dijo un Tomás recién llegado con su bloc de notas y su bolígrafo Bic preparado para disparar sus balas—. ¿Qué tomarán los señores hoy?

Tomás comprendió que los cuatro guardaban silencio. Un silencio incómodo.

Supo leer entre líneas gracias a su gran intuición e inteligencia social.

Hermes, el mensajero de Zeus, abandonó la mesa para evitar la ira de sus truenos.