Casa de Marco. Suena el timbre de la puerta.
Tres veces, pausa, dos veces, pausa, una vez, pausa, vuelve a sonar otra vez
tres veces. Marco sabe que es la contraseña, es Salvador Brecht que aturdido
todavía de los efectos de los tranquilizantes y relajantes que le han puesto en
el hospital llega a buscar a los otros compañeros.
-¡Hombre! ¿Qué te ha pasado?
-Nada nuevo Marco, esos polis las
gastan putas.
-Ya sé cómo las gastan esos cabrones.
Si no me dejan vivir en paz solo porque soy mulato. Y siempre me paran y me
piden la documentación, y yo les doy mis papeles, todos en regla, tengo doble
nacionalidad y a esos racistas les jode, ¿sabes?
-Marco, ¿han estado aquí los
compañeros?
-Sí, hace rato que se fueron. Dijeron
que tenían que seguir con el plan aunque tú no hubieras aparecido. Eso es lo
que se trató dijo Magnus que parecía algo cabreado con esos políticos y ese
empresario, y sobre todo con el comisario y sus esbirros. Les conté lo que
habían estado haciendo los muy…
-Sí, yo también sé lo que han estado
haciendo. Nos quieren y ahora no oficialmente, y ese es el problema, no
podremos acusarlos de nada, han contratado a esos mercenarios de España 5000,
ya sabes quiénes te digo, ¿no?
-Sí, lo sé, estuve en Barcelona y me
los topé un par de veces, y me dieron de lo lindo, esos dicen que quieren echar
de aquí a todos los negros y moros.
-Sí, pero eso es solo la punta del
iceberg. El señor Ricardo y sus secuaces lo que quieren es instaurar la
dictadura de nuevo, al menos aquí en Font-Girola.
-¡Oye Brecht! Los compañeros se fueron
a buscar al niño como habíamos acordado, ¿lo recuerdas?
-Sí, sí, lo recuerdo, pero ahora no
creo que sea el momento, están alertas y nos va a coger a todos y con el niño
no podremos hacer nada; a su padre, a don Ricardo, no le importa en absoluto
ese Andalucio, a él le importan más sus negocios e ir tejiendo su dura red de
trapecista para no caer y reventarse contra el suelo el día que caiga, si es
que conseguimos hacerlo caer. Tenemos que impedirlo Marco,¡ vamos!, ¡corramos!
Puerta del colegio jesuita San Ignacio de Loyola de Font- Girola. Peter Magnus y tres de sus
compañeros sentados a la mesa de la terraza de la cafetería de enfrente. En el
colegio acaba de sonar la sirena de salida de los alumnos. En la puerta está Martín,
el mayordomo de don Ricardo, el mayordomo y el subalterno para los asuntos
sucios. Espera a Andalucio. Los hombres de Brecht también lo esperan. Marco y
Salvador salen corriendo hacia el colegio, pero parece que no podrán evitar lo
inevitable.