Andalucio estaba en la estación.
Faltaban 10 minutos para que el tren llegara, de modo que decidió fumar y leer un rato.
Alguien le interrumpió:
--¿Tiene un cigarrillo? --preguntó un joven alto, delgado y moreno.
--Sí tengo --contestó Andalucio.
Tras unos segundos de espera, el joven añadió:
--¿Me da uno?
--No --contestó Andalucio.
El joven no tardó en preguntar indignado:
--¿Y por qué no?
Andalucio levantó la vista del libro, miró al joven atentamente, y le dijo:
--Porque fumar es un vicio asqueroso, dañino para la salud y muy caro.
Cuando el tren llegó, el joven se subió a él. Segundos después el tren se marchó y Andalucio se quedó un buen rato sentado, solo. Luego cerró el libro, tiró el cigarrillo y encendió otro.
Entonces, sonriendo, supo que los vicios de cada uno se los paga uno.
Andalucio no pensó que esto pudiera ser comparable a los vicios de la crisis financiera actual, de modo que perdió ese tren mental y se dedicó a darle vueltas a la idea de que "la juventud no sabe lo que es trabajar y no comprende lo que es el esfuerzo."
Al detenerse junto a la máquina de café de la estación, Andalucio ojeó estas palabras que alguien había escrito en un folio pegado con cinta adhesiva transparente : "Siempre es más fácil culpar a los débiles por sus debilidades que a los fuertes por su poder, ¿verdad?." Estaba firmado: "CLUB SLOVO."
Andalucio, alterado, miró a un lado y a otro. No vio a nadie y nadie lo miraba.
No había nadie.
Un relato muy visual, y muy acorde con estos tiempos, sí, amigo, la frase escrita en el papel y encontrada por Andalucio, dice una gran verdad, lástima que no había "nadie".
ResponderEliminarEl poder quiere echarle la culpa a los débiles de los desmanes que él realiza, y no solo quiere culpar a los débiles, sino que quiere que éstos paguen los platos rotos.
Jao gran Toro Sentado.