martes, 21 de febrero de 2012

Teatro IX



Sede de El Club Slovo.

En la puerta dos coches de policía. Dentro cuatro agentes buscan información. Panfletos, impresoras, ordenadores, cualquier cosa que les pueda valer para acusar a los integrantes de Slovo como terroristas. Remueven cielo con tierra. Echan abajo los carteles que colgaban de las paredes. Las fotografías del Che, de Lenin, y de Marx quedan pisoteadas por el suelo.

Policía 1:

-Aquí no hay nada, esos cabrones se nos han adelantado. Tendremos que apretarle las tuercas a ese Salvador Brecht. Llama a la comisaría- se dirige a un subordinado, el que lo hace es el sargento de policía-, llama y dile al comisario que le den un escarmiento a Brecht, y que le saquen dónde coño han metido toda la información, todos los panfletos, los ordenadores, vamos, dile que estamos esperando, si nos dice que le apretemos las tuercas a los otros estaremos encantados de romperles los cojones a esos mierdas.

Comisaría, sala de interrogatorio.

Salvador Brecht está sentado ante la mesa. Frente a él el comisario fuma para mitigar su inquietud y su ansiedad. Brecht toma un sorbo de agua. En ese momento el policía que hay a su izquierda le propina un puñetazo haciendo que el vaso salte por los aires salpicando de agua toda la mesa y mojando el cigarrillo del comisario.

Comisario:

Eres idiota, no ves que me has mojado el último cigarrillo! A ver si la próxima vez tienes más cuidado.

El policía sonríe como riendo la gracia y vuelve a golpear a Salvador Brecht, esta vez le da un directo en el mentón. Salvador cae hacia atrás en la silla.

Policía:

-¿Mejor ahora, jefe?- pregunta sonriendo mostrando sus dientes negros y picados.

El comisario se incorpora de la silla y se dirige a Brecht.

Comisario:

-A ver, amigo, sabes que al enemigo no le damos ni agua, ¿verdad?, pues a ver si colaboramos con los buenos de esta película y nos dejamos de heroicidades, que en estos tiempos no están de moda. Ya sabes lo que está de moda, ¿no?

El comisario envía al policía a por un paquete de cigarrillos. El policía sale de la sala y quedan solos Brecht y el comisario.

Comisario:

-Salvador, amigo, ya no estás para estos trotes, no creas que nos las vas a seguir gastando como lo hacías antes de llamarte Brecht, sabemos todo de ti, y también sabemos dónde está tu familia y dónde tus amigos, y espero que entres en razón y nos digas dónde habéis guardado todo el material que pensabais usar para fastidiarnos la fiesta de envestidura de nuestro alcalde- el comisario sonríe y pellizca a Brecht en la mejilla. Salvador Brecht guarda silencio, pero siempre mirando al comisario a los ojos, cosa que al policía le pone nervioso. Él nunca mira a los ojos a nadie, siempre anda cabizbajo, y mirando hacia otro lado por temor a ser descubierto en su mirada-. Te he dicho que hables o tendrás que lamentarlo- grita golpeando con el puño la mesa. Es incapaz de darle un golpe a Brecht porque este no deja de mirarle a los ojos y en esa mirada hay algo más que odio. El comisario siente miedo de esa forma en que Brecht lo mira. Sabe que el tipo que tiene enfrente se las gasta bien putas, si le das una oportunidad te manda volando por los aires a hacer compañía a san Pedro- piensa el católico y practicante de comunión diaria comisario.

Salvador Brecht rompe su silencio:

-No podrás jamás acabar con El Club Slovo, somos invisibles. Podrás coger a unos pocos, torturarlos, matarlos si quieres, pero nunca acabarás con el espíritu de libertad y lucha que nos mueve. El Club Slovo seguirá vivo, y lo sabes bien, lo sabía bien tu antecesor y sus compinches, y lo sabían bien el antiguo alcalde y sus acólitos y el obispo, y el presidente, y el papa. Todos lo sabían. Pero por muchos de nosotros que podáis vencer  no acabaréis con nuestro espíritu de libertad y de lucha, y algún día seréis vencidos y entregados a la verdadera justicia. Ningún crimen quedará impune ante la ley del Pueblo. Y ahora golpéame, mátame si quieres pero nunca acabarás con El Club Slovo.

El comisario al oír las palabras de Brecht se impacienta y descuelga el auricular del teléfono que hay sobre la mesa. Y grita:

-A ver, dónde coño se ha metido ese miserable que envié por tabaco. Lo quiero aquí y ya.

Cuelga sin atreverse a mirar a Salvador Brecht que no ha dejado ni un segundo de mirarle a los ojos. Al momento entra el policía con el tabaco y se lo entrega al comisario. Este le dice:

-¡Vaya hombre! Los he visto más rápidos. Voy a salir a tomar el aire. Dale a este lo que se merece. Pero cuidado, no quiero marcas.

Policía:

-No se preocupe jefe, es mi especialidad no dejar marcas.

El comisario sale y no puede evitar afrontar la mirada de Brecht, pero solo una milésima de segundo basta para que los ojos de Salvador Brecht le muestren lo que se le vienen encima al comisario.

-Duro con él- dice antes de salir.

Una vez en la calle, recibe una llamada de la patrulla que está registrando la sede de Slovo.

-¿Que no habéis encontrado nada?, ¡maldita sea, estos cabrones!; bueno dile al sargento que se ponga- da una calada al cigarro justo delante del cartel donde pone <<Prohibido fumar>>.

Sargento:

-Señor comisario, no hemos encontrado nada, bueno, solo las putas fotos de esos cabrones que esta gente tienen como héroes. Sí, las hemos destruido todas, sí, no ha quedado ninguna. Espero sus órdenes para el siguiente paso.

Comisario:

-El siguiente paso es eliminar a esos putos revolucionarios que nos van a joder el chiringuito, y no queremos que se nos acabe el chollo, ¿verdad?- grita el comisario.

Sargento:

-Claro que no, señor. Pero mire lo que están haciendo estos de Slovo, ve que la mecha no ha hecho más que encenderse y ya están en Valencia los jóvenes jodiendo en las calles a pesar de que les estamos dando bien duro. ¿Derechos humanos? Estos el único derecho que han  de entender es el la porra y el garrote vil, y al enemigo ni agua.

Comisario:

-Dejemos a nuestros compañeros en Valencia que hacen bien su trabajo y hagamos el nuestro bien aquí, muerto el perro se acabó la rabia. Tienes carta blanca, acaba con los cabecillas de ese maldito club. Y no regreses hasta que no haya quedado ni uno solo.

Casas de los cabecillas de El Club Slovo.

Toro Sentado, Peter Magnus, Avalon Breton, Proleto, Cialenva Preston, Nube Roja, y Caballo Loco, en sus respectivas casas hacen las maletas. Por el momento, su contacto en la policía les ha informado de que deben largarse por un tiempo. Están en peligro. La mayoría de ellos no tiene familia, son tipos solteros y solitarios que dejaron atrás hace tiempo todo vínculo familiar por la Causa, a sabiendas de que la Causa podría perjudicar a sus familias.

La lucha continuará desde la clandestinidad El Club Slovo está más vivoq ue nunca.

2 comentarios:

  1. Buena andanada de hostias las que Salvador
    Brecht se lleva: tipo duro.

    Más sangre y más
    horror ahora, per favore.

    Más gore y más huesos
    rotos para deleite de la sed de sangre de los
    lectores.

    Dadnos nuestra sangre de cada día.

    Thor de Sillas.

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  2. Cerca de Valladolid está Torrecillas un lugar que visite durante 7 años, cuando yo era un Thor cabalgando en una Harley. Y mira cómo se las gasta ahora ese Brecht, un tipo dura con el que no podrán la pasma ni los que dan las órdenes.
    Para cuándo otro capítulo de este Teatro?
    Desde Algodon-ales, un viejo rutero a lo Easy Rider

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