martes, 14 de febrero de 2012

Teatro VIII



En la comisaría levantan acta sobre los detenidos. Y tras las pesquisas son puestos en libertad a espera del juicio. Los hombres salen, pero falta Salvador Brecht. Ninguno de ellos sabe qué ha sido de él. Solo saben que una vez en la comisaría fue conducido por un pasillo a una habitación.

-Tendremos que hacer algo- dice Toro Sentado-, no podemos irnos sin él.

-Pero, ¿qué podemos hacer?- pregunta Proleto que ha comenzado a sentirse parte integrante del grupo de cabecillas.

-Vamos a preguntar- dice Avalon Breton.

Se dirigen al mostrador que hay en la entrada antes de salir a la calle.

Policía:

-No pueden permanecer aquí, deben abandonar la comisaría al instante de ser puestos en libertad.

Toro Sentado:

-Está bien, pero queríamos saber del paradero de uno de nuestros amigos.

Policía:

-No podemos darles esa información. Váyanse y no se preocupen ya le soltarán.

Los integrantes del pequeño grupo se miran unos a otros sin saber qué hacer. Permanecer allí les puede resultar complicado y ya está bien por hoy. Antes de salir un policía se acerca a ellos.

Policía 1:

-Salvador Brecht ha sido detenido con cargos, así que no podrá salir esta noche tendrá que permanecer aquí hasta que el juez decida darle audiencia. Lo siento, pero no pueden permanecer aquí.

Peter Magnus que ha guardado silencio en todo momento rompe este mismo:

-¿Por qué a él lo han detenido con cargos y a nosotros no? Estábamos todos en el mismo lugar y todos hemos participado de la manifestación. Yo me quedo y de aquí no me moverá nadie.

Policía 1:

-Creo que será mejor que abandonen el edificio o tendremos que actuar y esto no les va a gustar nada.

Toro Sentado:

-Queremos ver a nuestro compañero, y no nos moveremos de aquí hasta que eso ocurra.

Policía 1:

-Está bien, veré qué puedo hacer, pero pasen a esa sala de espera, por favor.

El policía se retira y se pierde tras una de las puertas que dan al largo pasillo que desemboca en el hall de la entrada de la comisaría, a la derecha se encuentra una pequeña sala con unos pocos bancos de madera; allí esperan unas seis personas que por sus rasgos tres de ellas parecen árabes, dos podrían ser ecuatorianos y una, sin lugar a dudas, por sus rasgos debe ser del norte de Europa y es la única mujer que hay en la sala y sobre su pecho luce una tarjeta en la que podemos leer: Hellen Svensson, traductora.

Nuestros hombres entran en la sala, todos se dedican una mirada de reconocimiento. La chica que porta la tarjeta identificativa en el pecho se acerca al grupo y pregunta si puede ayudarles en algo.

Chica:

-Hola, mi nombre es Hellen, trabajo como traductora voluntaria aquí, puedo ayudarles en algo, perdón, tendría que haber empezado por el principio: ¿Hablan ustedes español?

Toro Sentado:

-Gracias, señorita, pero ya nos apañamos solos.

Chica:

-De nada señor…

Toro Sentado:

-Toro Sentado, perdone.

Toro Sentado y la chica comienzan una conversación, parece que se han caído bien. En esos momentos llegan dos policías y les piden a los demás que salgan de la sala, incluyendo a la traductora. Salen todos y quedan en la sala tan solo nuestros hombres: Toro Sentado, Peter Magnus, Avalon Breton, Proleto, Cialenva Preston, Nube Roja, y Caballo Loco, faltando Salvador Brecht del que todavía no les han comunicado nada. Los dos policías salen y cierran la puerta. Al momento las luces se apagan y la sala queda totalmente a oscuras. Para cuando las pupilas de nuestros hombres se han habituado a la oscuridad los golpes los han dejado en un estado de shock que no les deja reaccionar. Un grupo de policías en el número de diez se ha dedicado a golpearlos con toallas mojadas contundentemente hasta dejarlos exhaustos. Son esposados y conducidos a una furgoneta a la que son empujados. Luego tras un recorrido que puede haber durado unos treinta minutos han sido tirados, literalmente, en marcha, de la furgoneta que ha desaparecido por el camino. Nuestros hombres aturdidos por la paliza comienzan a percibir que acaban de ser arrojados en un descampado a unos cincuenta kilómetros de la ciudad. Están destrozados, adoloridos por los golpes y temen por la vida de Salvador Brecht al que han perdido la pista en la comisaría.

Peter Magnus:

-Hijos de puta, así es la justicia en esta democracia de mierda en este país de mierda lleno de cainitas y salvajes. Me tenía que haber quedado en Irlanda, pero yo no podía decidirlo, tenía solo ocho años cuando mi padre tomó la decisión de venir a la costa a probar suerte.

Toro Sentado:

-Tendremos que denunciar esto, no podemos quedarnos con los brazos cruzados.

Avalon Breton:

-Creo que ha llegado el momento de dispersarnos y actuar por separado, creando células por barrios, para poner en marcha un plan de acción, ya sabemos que los esbirros del poder nos darán tralla y lo peor es que no podremos denunciarles.

Proleto:

-¿Y el policía que decíais tener en la comisaría?

Nube Roja:

-Lo habrán cogido, seguro porque si no esto no hubiera ocurrido.

Nuestros hombres deciden regresar a la ciudad a pesar de sus cuerpos doloridos. Pero algo tienen que hacer. ¿Combatirán con las mismas armas que han sido tratados, o seguirán por el lado pacífico a pesar de saber que serán aporreados.

Toro Sentado:

-Me preocupa Brecht, si estos cabrones han sido capaces de hacernos esto a todos estando juntos qué no serán capaces de hacerle a él. Porque  se lo han llevado por considerarlo el jefe de Slovo. Pero alguien les ha tenido que ir con el cuento.

Tras una larga caminata, por fin avistan las luces de una urbanización, en ella varios bares ofrecen sus terrazas a sus clientes. Nuestros hombres deciden hacer un descanso. Toman asiento a una de las mesas. Hay pocos clientes y los que hay parecen no percatarse de la presencia del grupo. Viene un camarero y tas observarlos con un poco de asombro por el aspecto que muestran les toma nota y dice:

-¡Qué! ¿Se dio mal el partido?

Avalon Breton coge El Noticiero que hay sobre un estante. Lo hojea y se detiene en una noticia que le llama la atención y lee:

Sancionado sin empleo y sueldo un policía por su implicación con El Club Slovo

El Ayuntamiento de Fuengirola ha sancionado con cinco días sin empleo y sueldo a Pedro Roca, el policía municipal que apoyó públicamente al movimiento que encabeza El Club Slovo, y participó en varias concentraciones organizadas por este club en la Plaza de España, según han informado fuentes locales.

El Consistorio abrió el expediente hace unos meses, que se ha resuelto esta semana, porque consideraba que esta persona expresó su apoyo al Club Slovo "como policía y animó a sus compañeros a sumarse a este movimiento". Concretamente, se refieren a la participación de Roca en una asamblea del movimiento el 23 de julio, en el que autodenominó policía en contra del sistema.

El Consistorio se basa en el reglamento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y en el propio reglamento de la Policía Municipal, que detalla que los agentes pueden manifestar sus ideas y opiniones, "pero no hacer uso de su calidad de policía para ello ni alentar a sus compañeros a sumarse a ninguna corriente política o social alardeando de su condición", han indicado las mismas fuentes.

De todas formas, la Dirección de Seguridad ha optado por imponer la multa mínima por este tipo de conducta, ya que está sancionada entre cinco días y seis meses de rescisión de empleo y sueldo por una falta grave derivada de un abuso de atribuciones. Por el contrario,  el Club Slovo que le apoya y que está recogiendo firmas en contra de este expediente lo considera un atentado contra la libertad de expresión por parte del Consistorio fuengiroleño.

Además aseguran que en esa asamblea, aunque el agente reconoció ser parte del club, "en ningún momento iba vestido con el uniforme ni presentó ninguna acreditación de dicha institución; por tanto, él habló como ciudadano, ejerciendo su derecho". En este sentido, creen que el único motivo por el que la Corporación Municipal quiere sancionarle es "por las diferencias ideológicas de este ciudadano y los representantes de este Gobierno municipal".

Toro Sentado:
La era de la “prosperidad” se acabó. El sueño del acceso al consumo y el avance, como se expresaba en el tríptico “alardeo, consumo, profesión”, de repente, se ha convertido en la peor de las pesadillas. Pero ahora ya no hay vuelta atrás. Los tiempos en los que los patrones exprimían a lxs extranjerxs en las granjas y la construcción, ese tiempo en el que presumías de ser voluntarix en los Juegos Olímpicos, pero tenías una señora de la limpieza de esclava del hogar, eso jamás volverá.La era de la “prosperidad” se acabó. El sueño del acceso al consumo y el avance, como se expresaba en el tríptico “alardeo, consumo, profesión”, de repente, se ha convertido en la peor de las pesadillas. Pero ahora ya no hay vuelta atrás. Los tiempos en los que los patrones exprimían a lxs extranjerxs en las granjas y la construcción, ese tiempo en el que presumías de ser voluntarix en los Juegos Olímpicos, pero tenías una señora de la limpieza de esclava del hogar, eso jamás v

-Estamos perdidos, la represión ha comenzado, ya no me duelen los golpes, me duele que ahora a todos nos van a perseguir, y no solo a nosotros sino a todos los que ellos consideren que tienen relación con nosotros, así no dejarán en paz ni a familia ni amigos. Esto no ha hecho más que empezar, me temo que habrá mucha violencia física, la psíquica ya la ejercen teniendo el control de las instituciones. La lucha será dura, cruenta y a muerte. Pero debemos luchar antes que aceptar la injusticia, antes de ser exterminados por ese atajo de cabrones sin escrúpulos. Si, chicos, se avecinan malos tiempos para la paz y buenos para la guerra.


El grupo se levanta y brinda entonando una canción:



Miren como nos hablan de libertad,
cuando de ella nos privan en realidad.
Miren como pregonan tranquilidad,
cuando nos atormenta la autoridad.

Que dirá el Santo Padre
Que vive en Roma,
que le está degollando,
a su paloma.


Miren como nos hablan del paraíso,
cuando nos llueven penas como granizo.
Miren en el entusiasmo, por la sentencia,
sabiendo que mataban a la inocencia.


Que dirá el Santo Padre
Que vive en Roma,
que le está degollando,
a su paloma.


Y que oficia la muerte como verdugo,
tranquillo está tomando, su desayuno.
Con esto se impusieran la soga en cuello,
el quinto mandamiento, no tiene sello.

Que dirá el Santo Padre
Que vive en Roma,
que le está degollando,
a su paloma.


Mientras más injusticias, señor fiscal,
más fuerza tiene mí alma, para cantar.
Lindo segar el trigo en el sembrao,
regado con tu sangre, Júlian Grimao.

Que dirá el Santo Padre
Que vive en Roma,
que le está degollando,
a su paloma.


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